José Bermúdez es dueño de una obra variada, llena de colorido y expresividad. Se formó al lado de talentosos maestros y pronto dejó de lado influencias y metas impuestas en años de cambios, días de guerras en España y parte del mundo.
Desarrolló un lenguaje propio, personal, identificable. Sus retratos de mujeres conllevan una gracia y una estética que sólo le pertenece a él.
Se puede decir que la armonía cromática y de imágenes presentes en sus trabajos, identifica a José Bermúdez como artista y hombre. Su ductilidad le permitió desempeñarse en el difícil arte gráfico. Su mesón de trabajo en el diario Los Andes fue un lugar inolvidable para quienes trabajaron con él.
Recibía los temas de diseño a los que daba forma con precisión. Lo más recordable era el despliegue de su generosa y alegre amistad.
Es recordado por los hombres y mujeres de prensa de aquel entonces como un eximio dibujante y un ser de afectuosa personalidad.
Fernando Lorenzo, crítico de arte de elevado tono apunta sobre la obra de Bermúdez: «…a esa figura humana se la quiere en su totalidad intemporal e inespacial, y para ello la despoja de ciertos atributos existenciales que enjoyan sin quererlo a ciertas obras modernas de tono quejumbroso y tenidas por representantes de nuestra época problemática».