El club “San José Obrero” nació hace dos años, en este lugar los abuelos se reúnen todas las tardes para realizar diferentes actividades deportivas y recreativas que les permiten cumplir con sueños postergados por otros roles que han debido desarrollar en el transcurso de su vida.
En una gran mesa los abuelos compartieron la merienda, compuesta por exquisiteces dulces y saladas elaboradas por sus propias manos. Apagaron las velitas, aplaudieron, cantaron y sonrieron alegres por encontrarse juntos celebrando un nuevo año lleno de amor y compañerismo.
“Estamos muy contentos de estar aquí festejando con los adultos mayores. Para ellos es muy importante este lugar porque vienen a hacer actividades recreativas, deportes, talleres, se juntan y esto les permite pasar una vida mejor, que es lo que el Estado tiene que hacer. El rol de los clubes de día es darles a los adultos mayores un espacio donde puedan estar juntos y sea un lugar de contención familiar. A su vez, eso permite al municipio abarcar a la familia integralmente”, expresó Natacha Eisenchlas, secretaria de Gobierno de la Ciudad de Mendoza.
Por su parte Berta Contreras, coordinadora del Club “San José Obrero” comentó: “Mis abuelos son especiales y aquí hemos logrado muchas cosas, gracias a lo que nos hemos movido y en primer lugar gracias al Intendente y a su equipo de trabajo. Todo lo que hacemos es por ellos, porque no tienen voz y hay que ayudarlos, darles su tiempo, su momento. Ellos no necesitan remedios, necesitan cariño y que alguien los entienda, eso es este club. Hemos logrado la integración de las familias también. Aquí ellos se convencen de que todavía pueden hacer cosas y nadie puede impedírselo”.
Entre sus integrantes se encontraba Ramona Puscama, de 74 años, quien contó: “Estoy aquí desde que se abrió el club. Yo vengo a distraerme porque estoy sola y acá nos hemos hecho amigos todos. Yo acá aprendo a hacer cosas que me enseñan, me divierto mucho, hago gimnasia, me río, canto, bailo, hago de todo. Me sirve para no estar en mi casa pensando cosas que no debo. Hoy ayudé a hacer las pizzas, a poner la mesa. Siempre hacemos cosas entre todos y nos ayudamos”.
Impulsada por sus compañeros, María Acosta, de 73 años, también dió su testimonio y dijo: “Hace un año y medio que estoy aquí. Me gusta el compañerismo, es una unión muy grande la que hemos logrado. Tejemos, bordamos, cosemos, hacemos reciclado. Acá me siento como en mi propia casa. Este lugar es una ayuda para los abuelos, es muy lindo tener compañeros acá, especialmente en mi caso que estoy solita”.
También participaron del festejo adultos mayores que concurren a otros Clubes de Día en diferentes barrios de la Ciudad. De esta manera, los abuelos logran una mayor integración social, conocer otros ámbitos y fundamentalmente, hacer mejor uso del tiempo libre.