Del 14 de enero al 21 de febrero, funciones 22 horas. Teatro Julio Quintanilla. Complejo Cultural Plaza Independencia. Entrada general $15.
No estamos en Praga. Sin embargo, esto es puro teatro negro. Estamos en Hannover, Alemania. Tres agentes perfectamente entrenados en el arte de la limpieza, silenciosos, atléticos, confundidos, tienen que llevar a cabo una misión secreta, peligrosa, muy poco clara. Alguien dijo que esto era un puzzle psicológico, y tan errado no estaba. No son buenos tiempos para ser espía.
Martín recibe un suculento contrato para hacerse cargo de la contabilidad de un establecimiento. Cuando conoce a su empleadora y a la habitante del lugar, advierte que ha llegado a un sitio terrible, donde todo lo que lo rodea no es más que una imitación patética y monstruosa de uno de los momentos más degradantes de la condición humana.
Un grupo de maestras de escuela se sorprenden con la noticia: heroicos e inteligentísimos ladrones han dado un golpe en el Banco principal de la ciudad de Acassuso, el más espectacular de la historia criminal argentina y sin disparar ni un sólo tiro, con túneles, rehenes y poemas. Envalentonadas por la idea, estas heroínas anónimas de la tiza, darán a su vez un modesto pero inequívoco golpe.
Día de carnaval. Un niño de tres años ha desaparecido. La inspectora María Garralda no tiene ninguna pista, no tiene el móvil, tampoco sospechosos, De repente, las armas se disparan. Un mensaje. El niño morirá en treinta minutos y el mundo entero lo podrá ver a través de una página de Internet. En la comisaría se inicia una carrera contrarreloj para intentar encontrar al pequeño antes de que se cumpla la amenaza. La tensión aumenta a medida que los minutos pasan. No hay tiempo material para encontrar al pequeño. Carnaval es un thriller policíaco. Una obra de género que nos habla del mal. Del mal en estado puro. Y de cómo los seres humanos intentamos enfrentarnos a su existencia.
Llanto de perro recorre en tono de humor el eterno encuentro, choque y desencuentro de los diferentes: blancos y negros, perros y gatos, el sistema y los que quedaron excluidos, como expresiones de choque cultural de una sociedad fría y plagada de contradicciones. La inocencia, la crueldad y los deseos conviven armoniosamente en una propuesta que transita por la apariencia de situaciones cotidianas que extreman en lo absurdo y se convierten en desopilantes.
Es un espectáculo de humor y canciones que nos habla de la fidelidad a los sueños. El show nos muestra el íntimo mundo del camarín de un artista de cabaret, en contraposición con la fantasía y la magia del escenario.
Dos hermanas gerontas, la Nati y la Cachona, deben abandonar la casa que las contuvo la mayor parte de sus vidas. El agobio, la culpa, creencias herméticas, temores y fracasos son los ingredientes cotidianos de las Cluecas. El conflicto se presenta cuando Cachona, la hermana octogenaria, un tanto sorda y con dificultades para caminar, cansada de los abusos y maltratos de la hiperquinética Nati, decide quedarse en la casa y no acompañarla en el éxodo fraterno. Se quieren, se odian, se matan… ¡viven! Están profundamente animalizadas. Las cluecas han comenzado una guerra que no las lleva a ningún lado, más que a sí mismas.
La pérdida, algo tan humano, se desenvuelve en cinco escenas. Cada una, propia de una mujer. Evocan, y con cada recuerdo la ausencia gira a dolor putrefacto e insoportable. Una de ellas tiene la esperanza de recobrar lo perdido, pero sabe que es imposible también. La reunión de los que quedan de una historia trágica en una casa de campo. Reunión por lo que ni están allí. Reunión y estrategia, la conspiración necesaria, absurda, real. El juicio al que queda, ni siquiera el responsable. La necesidad de justicia después de treinta años. Después de tanto tiempo, queda claro que la justicia no es lo que se encontrará. De qué lado se puede estar. Del lado de la vida, seguramente… De qué lado se puede juzgar. Ya con cansancio.
Una mujer en su vida cotidiana es sinónimo de una rutina que corre al ritmo de tiempos acelerados por el mundo posmoderno. De repente, en medio del asfalto, y ante miradas alienadas que la oprimen, es transportada a través del mar hacia otro lugar, habitado por extraños y alegres personajes. Un lugar donde no existe el tiempo, donde esa mujer encontrará otro modo de vivir, donde descubrirá que la eternidad sólo se encuentra en un momento de felicidad.