De teclados, pianos y sintetizadores fue, principalmente, el encuentro que tuvo lugar en la Terraza Jardín Mirador el sábado 3 de diciembre. En realidad esas fueron las herramientas, lo que unió, como siempre, fue la música y la pasión para abordarla desde las perspectivas más creativas. La presencia del virtuoso pianista y multiinstrumentista argentino Leo Genovese (y su asombroso trío Nómades) elevó aún más el celebrado ciclo de clínicas de instrumentos 360º Experiencia Musical.
Desde las 18 se realizaron cuatro charlas y clases que bucearon el universo de las teclas y los sonidos sintetizados. Quienes compartieron su sapiencia fueron los locales Elbi Olalla, la reconocida pianista de Altertango y la Orquesta Sísmica Mercalli, siguieron Mauri Jara, de La Skandalosa Tripulación y Gonzalo Nehuén (ex Lavanda Fulton).
La última clínica estuvo en las manos y la voz de Leo Genovese, compositor santafesino que está radicado en Estados Unidos y ostenta una prestigiosísima carrera musical como pianista y arreglador de la brillante cantante y bajista Esperanza Spalding (con quien ganó dos premios Grammy). Su mística envolvió la velada y desentrañó muchos de los secretos que tejen la esencia de sus creaciones.
Concluida la etapa de aprendizaje, alrededor de las 21 comenzaron los conciertos que cerrarían el encuentro. La apertura sonó rítmica y contagiosa con el Federico Zuin Trío, que recorrió composiciones propias con mucho groove y virtuosismo en un repertorio que maridó el jazz latino con aires de funk, entre otras vertientes.
Y luego el lujo, el honor, la diversión de Genovese y su trío Nómades: tres tipos que viajan por el mundo jugando con su mejor amiga, la música. Leo Genovese en piano y sintetizador, Justin Purtill (Estados Unidos) en bajo, guitarra y voz, y Brhim Fribgane (Marruecos) en laúd, percusión y voz componen esta tríada impactante que desde el primer sonido que emitieron atraparon a las más de 100 personas que asistieron al show.
Deconstrucciones de melodías spinetteanas como «Cheques», clásicos de distintas procedencias y las más increíbles improvisaciones se fusionaban en una búsqueda sonora que trasciende cualquier género. Hubo recursos del jazz, pero también yeites rockeros o cánticos que transportaban al norte del África, entre incontables delicias. El dominio musical pleno, integral, que expresaron los tres músicos fue obnubilante, estirando los límites de lo armónico, lo rítmico y lo melódico en una expresividad que recorrió desde el matiz más sutil al más intenso.
Durante más de una hora se extendió el concierto que demostró por qué Genovese y su trío es considerado uno de los mejores exponentes del jazz contemporáneo a nivel mundial en la actualidad.