l intendente de la Ciudad de Mendoza, Ulpiano Suarez, visitó la casa de Claudia Paiva y Marcelo Gutiérrez, ubicada en el barrio Soberanía. El jefe comunal se trasladó hasta allí para interiorizarse en la labor de la familia, dedicada a ayudar a quienes más lo necesitan y a sembrar su predisposición y compromiso en los demás. El objetivo de los vecinos, en definitiva, es que los más pequeños adquieran hábitos sanos, incorporen valores y, fundamentalmente, atiendan a las normas de convivencia que más tarde les propiciarán una adecuada integración social.
Desde hace seis años, “Clo” —como le dicen en el barrio—, Marcelo, su familia, amigos y otros vecinos de la zona colaboran con la educación e integración de niños y niñas de 5 a 17 años que necesitan mejorar en sus tareas escolares. El inicio de la pandemia no provocó que cesaran en su actividad, aunque supuso un gran desafío. Actualmente, proporcionan su ayuda mientras los chicos no están cursando de manera presencial. Su forma de asistirlos consiste en ofrecerles computadoras, celulares y acceso a Internet para que puedan mejorar su rendimiento escolar. Asimismo, buscan que los más pequeños se sientan motivados, contenidos y alentados en su propio crecimiento personal.
El sitio está abierto a todos los que quieran aprender, pero también a quienes quieran colaborar en la causa. En este lugar, se respetan horarios y, fundamentalmente, las pautas de convivencia. Hay maestros que ayudan y vecinos y familiares que colaboran con materiales, meriendas y movilidad, entre otras cosas. Además, se tiene en cuenta la situación de pandemia y se exige el uso permanente de barbijo y el respeto del distanciamiento y las medidas sanitarias ya conocidas.
El intendente felicitó a los hacedores de este ejemplar espacio que día a día demuestra la calidad humana que puede existir en un barrio. Agradeció que que un grupo de hombres y mujeres dedicaran su tiempo a ayudar sin pedir nada a cambio. «Hoy fue una jornada muy gratificante porque visitamos a Clo y Marcelo, quienes vienen realizando desde hace un tiempo un trabajo con los niños y niñas del los barrios Flores-Olivares y Soberanía. Las tareas son de apoyo escolar, pero también de mucha contención espiritual», explicó Ulpiano Suarez.
«Ratificamos nuestro deseo de trabajar con ellos, de que los chicos se sumen a todas las actividades que hay en la Ciudad. Tenemos que destacar el trabajo que hace esta familia, que es silencioso pero de un alto impacto en la calidad de vida de los chicos, quienes seguramente mejorarán su trayectoria escolar. En definitiva, queremos reafirmar la importancia de la educación para generar mejores oportunidades”, expresó el jefe comunal.
Además de dialogar con Claudia y Marcelo, el mandatario municipal les entregó alimentos para la merienda de los chicos y las chicas que concurren al hogar. Asimismo, se comprometió a colaborar con el acceso a Internet y a satisfacer otras necesidades que pueda tener esta iniciativa solidaria. Por medio de estas acciones, la comuna espera contribuir a la integración social de quienes reciben apoyo escolar y contención.
Mientras el grupo de niños y niñas trabajaba con sus tareas, en perfectas condiciones y respetando las pautas de distanciamiento y el uso de barbijo, Claudia Paiva contó sobre su experiencia. «Nosotros tenemos nuestras actividades personales, no somos docentes, pero sí tenemos un gran grupo de personas que ofrenda su tiempo. Esto lo hacemos gratis, solo por amor. Decidimos ayudarlos porque sabemos que es algo que puede marcarlos para bien y para siempre», relató.
Además, la referente contó cómo empezó esta acción solidaria y reflexionó: “El significado que le vimos es que los chicos empezaron a venir para jugar y, a través del juego, de la convivencia y de hacernos presentes siempre, vimos que ellos necesitaban más. Así surgió esta necesidad de apoyarlos en muchas actividades que necesitan pero que también les gustan hacer. En pandemia, aprovechamos y les dimos clases de apoyo, lo que ha sido muy valioso para ellos y para nosotros”. Actualmente, su hogar trabaja con 20 niños, niñas y adolescentes, así como con personas adultas que cursan en CENS.
Claudia explicó que “la mayor vulnerabilidad está en el tema escolar». No obstante, su proyecto también hace hincapié en la adquisición de buenos hábitos, como el compañerismo y el respeto de los horarios y la limpieza. «Ellos entienden que desde nuestra parte hay un esfuerzo y valoran mucho eso. Todo lo que hay acá se usa y se comparte, entonces, todo se deja en condiciones. No nos decimos apodos, nos llamamos por nuestros nombres y nos respetamos. Además, los más grandes o aquellos que ya aprendieron algo les enseñan a los demás o a sus compañeros más pequeños», agregó.
Para finalizar, la vecina, emocionada, afirmó: «Mi gran deseo es que los chicos marquen un cambio, que entiendan que sí se puede, que no todo es acusar y marginar, más de lo que la sociedad los ha marginado. He visto el cambio y que, cuando uno les habla e indica con educación y les hace entender que las cosas no son siempre como se piensan, se abren camino a la oportunidad. Para mí, allí está el eje de todo esto. Quiero que mañana digan que tuvieron una oportunidad, sin importar si me recuerdan a mí o a mi familia; que en su cabeza quede marcada la posibilidad del cambio, de ver lo que estaba mal para corregirlo. En definitiva, acercarles la oportunidad que ellos merecen, porque se puede salir de la violencia, del enojo y de la ira, ser una mejor persona e impactar en la vida de los demás».