Este jueves, en el Museo del Área Fundacional, se inauguró esta exhibición que está motivada por dos conmemoraciones, en palabras del curador Pablo Chiavazza: «En un extremo, el más próximo a nosotros, está aquél 24 de marzo de 1976, fecha del último golpe cívico-militar y punto de partida del ejercicio más brutal del terrorismo de estado en nuestro país. En el otro, más lejano, el 4 de abril de 1972, día en que estalló el Mendozazo como respuesta incontenible del pueblo a la violencia institucional tan propia de la seguidilla dictatorial de los inefables señores generales Onganía, Levingston y Lanusse (1966-1973). La presente exposición se enmarca en estas fechas».
Esta muestra está coproducida por el MAF junto con el Museo Municipal de Arte Moderno de Mendoza (MMAMM), y se podrá visitar en los horarios habituales de este espacio cultural ubicado en la plaza Pedro del Castillo: de martes a sábados de 8 a 20 y domingos de 12.30 a 18.30. Entrada general: $30.
«Lo político de la poética» reúne un recorte de la producción artística mendocina de los años ’70 a través de la obra de tres grandes: Raúl Capitani, Abdulio Giudici y Marcelo Santángelo. Expresiones de lo más diversas que conmueven de inmediato al referir con claridad, pero sin perder belleza ni recursos metafóricos, a estos hechos históricos nacionales y provinciales. Para comprender con más profundidad el contenido de la muestra, reproducimos a continuación el texto curatorial escrito por Pablo Chiavazza:
«Quizás sea necesario remontarse a los años ’60 para comprender los ’70 y darnos una idea del contexto y las razones por las cuales se produjeron estos hechos clave en nuestra historia. Allí están la emergencia del denominado Tercer Mundo, de los nuevos sujetos sociales que parecían exceder los marcos de clase que hasta entonces habían dirigido la política (las mujeres, los marginados), de los movimientos de descolonización a partir de los años 50 y la irrupción de la Revolución Cubana (1959) que actualizó las perspectivas latinoamericanistas desde una perspectiva antiimperialista. Allí están también, como respuestas desde el poder a estos procesos, las sucesivas dictaduras y los proyectos neocoloniales de modernización para América Latina, como la denominada “Alianza para el Progreso” lanzada por Kennedy en 1961. Todos estos movimientos se encontraron enmarcados en la situación internacional abierta tras el final de la Segunda Guerra Mundial, caracterizada por la llamada Guerra Fría entre los EEUU y la URSS.
El período sesenta-setenta se encontró signado por la politización. Ningún campo de la actividad social fue ajeno a este proceso. Y el campo cultural fue particularmente activo en este sentido. Quizás la figura que mejor nos sirva para comprender la importancia de la producción cultural del período sea la del “intelectual comprometido”. Se trataba de un intelectual que no podía sustraerse del mundo y que por lo tanto debía asumir una responsabilidad ante los hechos y procesos que ocurrían en él. El intelectual, en definitiva, contaba con un rol clave en la esfera pública, es decir, debía asumir conscientemente su papel en los debates de la ciudad y en su potencial transformación. Muchos artistas visuales fueron intelectuales en este sentido: procuraron pensar su propia actividad inscripta en la historia y la sociedad de su tiempo con el fin de transformarlas.
La contrapartida de todo esto fueron las sucesivas dictaduras que intentaban imponer modelos económico-políticos orientados a privilegiar a minorías contra la voluntad de las mayorías. Uno de los principales perseguidos por estas dictaduras fueron nuestros intelectuales y artistas. Esas dictaduras no podían disciplinar a nuestras sociedades sin atacar el campo cultural, o al menos ese sector del campo que podía estructurar la experiencia social e histórica de tal modo que desafiaba los modos de ver, sentir, percibir y pensar impuestos desde el poder.
Sobre la base de este marco general (por lo demás, esquemático e incompleto) esta muestra ensaya un recorte de la producción artística mendocina de los años ’70. Hemos intentado identificar lo político de las poéticas actuantes en el período, es decir, aproximarnos no tanto a la militancia política orgánica de los artistas, sino más bien a los modos en que estas imágenes intervinieron en los asuntos de la ciudad, observando los modos en que dieron respuesta a las particulares condiciones históricas y sociales que afrontaron.
Como referencia hemos tomado las posiciones de tres artistas actuantes en el período: Raúl Capitani, como figura en la que se condensan explícitamente las formulaciones por un arte revolucionario, popular y latinoamericano; Abdulio Giudici, como artista y teórico defensor de la no-figuración y de las vanguardias modernas europeas; y Marcelo Santángelo, como figura que anticipa en nuestro medio las tendencias artísticas más vinculadas a lo que hoy asociamos al concepto de posmodernismo, con una concepción de la dinámica cultural cercana a la idea de “aldea global” de McLuhan. Creemos que es posible articular alrededor de estas posiciones un conjunto considerable de la producción artística de esa etapa de nuestra historia, enmarcada entre las esperanzas de emancipación del ’72 y la clausura y el terror del ’76.»