Algunos lo atribuyen a la idiosincracia de los inmigrantes que la ocuparon, que sería muy diferente a la de los que llegaron a las provincias del norte. Otros, menos analíticos, dicen que ellos ya son así, como si Dios los hubiera bendecido con el gen del aseo del espacio público.
La realidad es que la ciudad de Mendoza, un emblema de la higiene urbana, se llegó a posicionar como la más limpia del país porque esa es una de las prioridades del municipio, que pone en práctica políticas permanentes de concientización ciudadana; y claro, tienen un ejército de barrenderos que la limpian día y noche.
Valeria Méndez, una vocera de la Municipalidad mendocina habló con LA GACETA y contó los secretos de la alquimia del aseo urbano. «La concientización debe ser un trabajo constante, si no, no sirve de nada», aseguró.
«Desde el área de comunicación, hacemos campañas intensivas por todos los medios posibles para pedir, tanto a los vecinos como a las personas que vienen de afuera, que cuiden la limpieza. Hay que insistir mucho y las cosas dan resultado», afirmó.
En las escuelas también realizan campañas para inculcar a los chicos el buen hábito de la limpieza. «Desde las materias abordan estos temas, pero nosotros lo reforzamos. Por ejemplo, el año pasado hicimos una obra de teatro concientizadora como parte de un programa, ’Mendoza te quiero + limpia’», contó. La creatividad es muy buena amiga cuando se necesita llegar a la gente. Y eso en Mendoza se sabe y se pone en práctica. «En la calles céntricas tenemos mimos disfrazados que ponen evidencia al peatón que tira papeles al suelo y, con mucho humor, hacen que los recojan. La gente se divierte y al mismo tiempo le da vergüenza, entonces se cuidan de volver a hacerlo».
Pero lo que Méndez rescata como más importante para modificar los hábitos de la gente es la constancia. «Cuando se deja de insistir en esto, las calles vuelven a ensuciarse», aseguró.