El Arqueólogo Horacio Chiavazza, coordinador del museo, explicó que los hundimientos comenzaron a detectarse a partir del año 2003. Por ese motivo, la comuna decidió comenzar con las tareas de reparación, las cuales se realizarán en el lapso de dos años porque el relleno con hormigón debe plasmarse artesanalmente para no provocar más daños.
La zona más deteriorada del museo es el ala sur oeste, por eso se han efectuado allí las primeras tres submuraciones a una profundidad de 1,80 por 1,30 metro de ancho y se utiliza un hormigón tipo H13 con el 20% de aportes de piedra bola. Para concretar el relleno de la base es utilizado un promedio de 6m3 por cada uno de los hoyos.
En este sentido, Chiavazza especificó que para cada una de las submuraciones es necesario cavar de forma artesanal los pozos y trabajarlos en forma individual. Es decir, sacar con pala la tierra, revisar el material recuperado de la excavación, verificar que no contenga ningún resto arqueológico de los asentamientos indígenas o coloniales, esperar que cuaje el hormigón y recién entonces empezar con el siguiente pozo.
También señaló que «la comuna viene realizando estudios sobre las causas del problema y se determinó un pronóstico sobre si el hundimiento continuaría o no. Se descubrieron filtraciones de agua de una cañería en desuso que fue horadando el suelo. Este suelo tiene características muy particulares, porque está formado por los escombros de varias ocupaciones que tuvo el lugar. Pero además, originalmente era una zona de desagüe. La estructura del edificio está bien asentada y que el hundimiento ha cesado pero igualmente es necesario el sellado del terreno con hormigón».
Es importante destacar, que la Dirección de Obras Públicas, solicitó una evaluación del problema a la Universidad Tecnológica Nacional y esa entidad sugirió la solución.